Día 2: Hala! A Sevilla pué!
Día 2. Hala! A Sevilla pué!
Me despertaron unos gritos. Discusión. Voz de mujer. Traté de entender que pasaba en esos segundos en que ya me había olvidado donde estaba y me refregaba los ojos como despegándome un kilo de cemento fresco que me habían tirado encima desparramado en el primer asiento del bus que me llevaba a Sevilla.
El conductor del colectivo ya no estaba, al parecer ahora había una chofer mujer con un peinado al estilo del personaje de la madre de That's 70 Show. Fue lo primero que noté. Discutía con alguien que estaba afuera del colectivo. Había parado para cargar combustible y los que quisieran podían bajarse a comprar algo en una especie de parador. Todo esto creo que es así porque yo seguía roncando y babeando adentro. Le explica que "pallá! pallá!" Iba a ir el colectivo mientras hacía enérgicos movimientos con los brazos. Se enojó bastante. Pude intuir que la chica que estaba afuera había querido subir al bus en movimiento mientras lo cambiaban de lugar en el estacionamiento. Suficiente para que la chofer explote. Y con razón: si le pasaba algo a la pasajera, ella era la responsable. Así le dijo.
Creo, creo que era la misma chica extranjera que me había preguntado antes algo a mi. Lo qué pasa es que es difícil estar en un país que no se habla el idioma y menos se conocen todas las reglas, a la madrugada, y con el temor de perder el bus y quedarte mirando los surtidores de gasoil. Vos y tu almita. Solas. Ahí. Paradas. Solitas. Por pelotuda. Bueh esto último lo agregué de malo nomás.
Después de hacer un par de maniobras, la chofer setentosa cargó combustible, cada tanto entraba al bus, hablaba sola y seguía haciendo sus cosas. Me dio la impresión de que era de esas personas que explotan y luego se dan cuenta y quieren hacer de cuenta que no paso nada sonriendo y... cafeciiiitooo?? Yo ni respiraba. Con eso te digo todo. No sabía dónde carajo estaba y temia preguntar. La mujer que venía a mi lado brillaba por su ausencia. ¿Ya se había bajado? Calculé entonces que deberían faltar unos 100 km para Sevilla porque era donde ella se bajaba.
Ningún faltar 100 kms. Allá estaba con los desertores que se bajaron a comprar vaya a saber que cosas ricas que por suerte no me entere en el parador. Subieron y seguimos viaje.
Le pregunté a la señora cuánto faltaba más o menos y me dijo: "y... como una hora larga". Me quedé pensando que sería una "hora larga". Lo entendí minutos después en el mapa del teléfono: 1 hora con 45 minutos.
Estoy comenzando a aprender medidas de tiempo. No es "casi dos horas" sino "una hora larga".
Son las 4:30 de la madrugada la ruta llena de carteles indicativos a Córdoba y Sevilla. Pienso en mi ciudad. Serán parecidas? Antonio me invito a que la conozca y Emilio me dijo que debería por ser la homónima de mi origen. Quizás vaya. Recibo el mensaje de mi amigo y colega Pablo de Venezuela que se entero que ando por acá, y que el está en Málaga. Sorpresa. Sería lindo verlo. Una sola vez en la vida lo vi cuando recién comenzaba fotografía y cada tanto nos hablamos por Facebook. Y sería lindo darle un abrazo y saber de él.
4:50 y entramos en La Carlota, cerca de Cordoba. Me hizo gracia. Nosotros tenemos lo mismo: Cordoba y La Carlota que está en Córdoba. Se lo comenté a la señora que venía despierta a mi lado y se sonrió (para mí diciendo no me rompas las bolas con boludeces) y me dijo que si sabía de Cordoba pero no de La Carlota. Si señores, tenemos La Carlota pero no se parece a esta Carlota: un boulevard seco (separado sin árboles) con casas antiguas a ambos lados de dos plantas. Me hizo emocionar un poco porque supe que le encantaría a mi mamá: casas viejas, pinturas gastadas, ventanas grandes, balcones y alguna que otra toalla o sabana colgando por ahí. Todas en colores claros, amarillos y ocres gastados por el tiempo. Hermoso. El boulevard lleno de mesas y sillas de bares. De golpe los vi llenos de personas charlando y tomando cervezas mientras picaban algo. Me imaginé la escena. Me gustó. Me dije que podría ser director de cine y después me di cuenta que estaba divagando. Se bajó una sola pasajera. Y seguimos la ruta hasta entrar a la provincia de Tarararaaaaa! Sevilla!! Olé!
A esto Emilio que me escribe que anda ahí con la procesión del Gran Maestre y no se que más para luego ir a buscarme a la estación de colectivos. Hoy nadie duerme en Sevilla. Yo les hago el aguante desde el colectivo. Y como me dio cosita eso del Gran Maestre y caí en la cuenta que estamos en una semana espiritualmente de mucha energía, agarre mi cruz de San Benito y la sostuve fuerte en mi puño derecho y le pedí que no me abandonara. A esto la doña del asiento del lado ya está roncando.
Me doy vuelta y están todos con los cogotes doblados durmiendo con la jeta abierta: las chinas, los hippies yankies que vienen al lado, todos. El único pelotudo despierto soy yo. Les hago el aguante a los que andan de procesión con El Gran Maestre en Sevilla.
Es que se me fue el sueño. Estoy cansado con solo 3 hs de haber dormido en 48 hs pero quiero ver cuando ingrese a Sevilla. Suena a que llego al edén. Yo quería venir acá. Yo quería venir acá si o si. Y estoy llegando.
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