Un día decidís detenerte.

El destino de alguna manera te pone un freno muchas veces. Te hace tomar decisiones que no tienen nada que ver con el éxito alcanzado en lo profesional, los amigos cerca en tiempos de bonanza, las risas, la velocidad de viajes y las distancias lejos. Nada de eso importa. Si miras para atrás y ves lo lejos que has llegado al ritmo que decidiste hacer ese camino, el Destino muchas veces te hace detenerte un segundo para repensar todo.

Un segundo. La vida puede cambiar en un segundo.

¿Una vida juntos? Y sí, casi. 27 años para ser exactos. Juntos, de jóvenes y creando una familia que de alguna manera era todo lo que necesitaban. Pero un día, en un minuto, el choque con una realidad que puede superarte te hace revaluar todo. Y necesitas ser fuerte. Porque si alguna vez dejaste pasar los avisos de luces amarillas, en algún momento, la luz roja se hará presente.

Algo así les pasó a Gabriela y Cristian. Y en ese momento - Cristian sobretodo en su vertiginosa vida - pensó que si perdía sólo una pequeña "cosa", perdía todo. Y que todo lo demás, no tenía importancia. 

La vida son las personas que nos rodean. Sólo eso. Todo lo demás es decoración, escenografía. Y si bien nosotros decidimos cómo queremos armar ese escenario, no debemos olvidar que para que ese escenario esté completo y lleno de colores, son necesarios los actores: esas personas que hacen que nuestra obra aquí, tenga sentido.

27 años. Muchos hijos. Una familia que decidió dar el Sí para afirmar un cambio de vida, de rumbo, de que juntos es mucho mejor hacer un camino sin importar lo lejos o rápido que se llegue, sino que estén ahí todos.

Un pequeño resumen de una tarde juntos de esta pareja encantadora llena de risas que se ha fortalecido desde la unión.